N.049 11.06
Qué vemos desde Buenos Aires cuando miramos hacia el interior…
Encuentro nacional de monólogos,
La Tigra, Chaco
Una lectura sintomática
Por Martin Wolf
Las reacciones fueron diversas, pero todas estaban dentro de lo aceptable que se espera en un festival nacional de teatro, hasta que hizo su presencia Santiago del Estero…
…Es que el actor de Santiago es un romántico, es el que se entrega, se presta al otro: al devorado que pide a gritos silenciosos ser escuchado. Y como reacciona desde lo visceral, vomita… Santiago se reproduce en un cuerpo que se obsesiona con escindirse del cuerpo colectivo, es decir, del cuerpo que le da sentido, el cuerpo que legitima su acto político de ciudadano en el contexto teatral.
Como cuerpo colectivo habita en un espacio, al correrse del mismo, pierde su referencia y se hace insignificante, y esto enoja…Enoja al público entendido, a los teatristas, el monólogo resulta anacrónico… Y sí, si nos enmarcamos en las taxonomías imperantes, lo del actor santiagueño fue atemporal, porque para los centros teatrales legitimados eso ya sucedió. El monólogo que presentó el actor de Santiago, es el monólogo político del 80, el de Pinti, el de Gasalla, o el de la Revista, es decir, expresiones teatrales que logran comunicar por hablar de cuestiones propias de esa región.
No hay duda de que en el contexto sociopolítico de Santiago del Estero, el monólogo del actor santiagueño tiene un efecto de representación que es legítimo en esa región, pero no en Buenos Aires… Los centros legitimados estructuran su posición en la actualidad desde la fragmentación, y es desde esa mirada, que se piensa el teatro actual. El relato fragmentado es lo más próximo al ideal de lo bueno hoy, ynada más lejano de la fragmentación que el teatro político, en el que el interlocutor debe ser un receptor contextualizado.
En ese sentido, el actor de Santiago resiste frente al poder más próximo, al caudillismo de su provincia, y al del mercado, al no ser un producto exportable.
Si se ajustara al modelo Stand up, encontraría su espacio en lo legítimo del Centro, es decir, entraría en la mirada hegemónica que establece Buenos Aires hacia las provincias, pero la forma stand up, estaría recortando lo desbordado, más precisamente lo pasional desbordado, …que tanto impacienta, pero que a la vez lo hace único.
Claro que ese pensamiento hegemónico de Buenos Aires ( que termina acotándose a una clasificación ) es construido por todo el colectivo teatral del país, o sea, lo que se produce no es un pensamiento de Buenos Aires, sino a través de Buenos Aires, (como Buenos Aires mira a través de Europa o Estados Unidos) más allá del punto geográfico en el que habitemos.
Es entonces lo anacrónico lo que enoja, o lo político sin contexto…? ¿Es una cuestión de tiempo o de espacio…?
Si viéramos esa representación in situ, es decir en Santiago del Estero, quizás no hubiera enojado …los desbordes no hubieran parecido tantos… dejaría de ser obsceno, ya que estaríamos entre un público real que completa el acto y le otorga sentido. Y es que es así…el teatro es en escena, o sea, en un cruce de coordenadas espacio-temporales, que si so si poseen un recorte geográfico.
Estar en escena es comprender ese cruce de coordenadas, en ese sentido el actor de Santiago fue el más próximo a esa realidad, si es que pensamos que el teatro es en esencia un suceso comunitario, dicho monólogo es sin duda de lo más legítimo porque es genuino en su relación con el público de su región. Es decir, ahí hay un público que se “encuentra” para comunicarse sobre los conflictos de su comunidad.
Ese teatro desbordado, caótico, tosco, más próximo a una construcción intuitiva que técnica, y que tanta reacción negativa produjo en la platea diferenciada, cumple una función que dudosamente logra el teatro de los centros legitimados en los que su receptor es anónimo, o más bien debe ser anónimo, para que sea extensible a cualquier tipo de público y responder así a las demandas del mercado, a la industria cultural. Por lo tanto… qué es lo que miramos a través de Buenos Aires….? |