N.049 11.06 OPINION Escenarios
Alfredo Ramos. Una mirada “hacia adentro”
Personajes exiliados en su propio país
En esta entrevista, el autor y director de Un amor de Chajarí (actualmente en cartel, ver sección Escenarios) habla sobre el proceso de creación del espectáculo y su recepción.
Por Clara Virasoro
¿Cómo fue el proceso de gestación de Un amor de Chajarí?
Chajarí surgió hace tres años como un trabajo con tres actrices en el intento por armar una pieza a través de la improvisación sobre temas pautados. El proyecto tuvo que cancelarse un año y medio después dada la diferencia de lenguajes entre lo que yo proponía y las modalidades de actuación. Pocos meses antes de separarnos ya había escrito la pieza. Para ese entonces ya veníamos trabajando con Eugenio Soto con quien habíamos hecho Orsay un tiempo atrás y decidimos seguir adelante convocando a otras personas más afines al lenguaje que buscaba. Finalmente convocamos a tres actrices y, junto a Eugenio, en cinco meses estrenamos la obra.
¿Cómo se fueron delineando estos personajes del interior del país en tu trabajo con el texto y los actores?
Me atrajo la idea de personajes exiliados en su propio país. El tema de la paternidad por conveniencia, casi a ultranza, me hacía reír mucho. También la búsqueda de petróleo dentro de la propia casa, la quimera del oro en el desierto -tan lejos de casa y en un sitio tan inhóspito-, las ilusiones compradas y la realidad de este país devastador.
Tomamos la tonada litoraleña porque el modo de actuación que buscaba tenía más que ver con la rapidez del discurso del litoral que con otras regiones. Nos resultaba estimulante, es muy placentero probar reproducir esos giros, a esa velocidad en que por momentos hablan en el litoral. Aun sabiendo que era un riesgo no menor, decidimos encararlo así. La idea era hablar “en serio”, no imitar ni remedar el tono, aun en las situaciones más hilarantes que son las que más peligro tenían, y que fuese natural. En este punto hay gente entrerriana que ha visto la pieza y nos preguntan de qué pueblo son los actores. ¡Es la prueba más creíble!
Hay gente de Chajarí que vio la obra, ¿qué expectativas tenían con respecto a ellos? ¿Qué comentarios recibieron?
Ha venido mucha gente de Chajarí. Nosotros creíamos que era gente que estaba viviendo en Buenos Aires, pero nos enteramos que vienen a ver la obra y se vuelven al otro día. Hace dos meses vino una familia entera a la función del sábado y se volvieron el domingo. En la sala se encontraron con otra gente del pueblo que no sabía que venían por lo mismo y se armó una romería en el hall que fue increíble.
De cómo recibiría la gente del litoral la obra era todo un tema (en realidad ni soñábamos con que eso pasara) porque, aunque no existe la menor intención de burla, la pieza podría herir susceptibilidades. Pero nunca pasó, los entrerrianos se ríen muchísimo durante la función y después acotan que tal o cual actriz debe ser entrerriana, palmotean a los actores en señal de afecto, es buenísimo lo que se produce.
¿Viajaron al interior con el espectáculo?
Tuvimos invitaciones para hacerlo en Chajarí y alrededores pero tuvimos un año complicadísimo para moverla porque trabajamos mucho tiempo a sala llena las dos funciones semanales y cortarla para retomar luego era peligroso. Ahora viene el verano y al no hacer funciones en Buenos Aires hay más tiempo y veremos. Sería realmente muy estimulante hacerla allá.
¿Cómo se representa el interior del país en el teatro porteño? ¿Cuál es tu impronta?
No conozco muchas obras que tengan que ver con el interior, tampoco veo tanto teatro.
Harina (de Román Podolsky y Carolina Tejeda) tiene un lenguaje absolutamente opuesto a lo que hacemos nosotros. No tenemos puntos en común salvo en lo temático por la expoliación sistemática que se hizo siempre en este país. En ambos casos la realidad en la que se encuentran los personajes es en una devastación que no tiene fin. Llanto de perro, de Andrés Binetti, se desarrolla también en un ámbito rural pero es otro lenguaje.
En realidad el tema del interior surgió tratando de improvisar sobre algunos temas. No soy alguien que tenga tanto para decir tampoco, me baso más en situaciones teatrales que me diviertan. El significado “filosófico” de las obras lo terminan encontrando los espectadores o lo veo después sin haberlo buscando conscientemente. Me conformo con divertirme durante el proceso, yo al menos no tengo ninguna pretensión de dignificar la escena nacional. |